El riesgo para la seguridad de Iglesias es casi nulo: entre él y Montero tienen asignados 26 escoltas
El candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid comparte efectivos con su pareja, la ministra de Igualdad. Cuando ambos estaban en el Gobierno, 34 agentes velaban por su seguridad. Ahora son 26.
El cambio de rol del exvicepresidente mantiene intacta su cápsula de seguridad que complementa con personal ajeno a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como un boxeador al que se le ha visto proteger su vivienda particular.
Pablo Iglesias ya recibió cartas amenazantes en 2015, como Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, pero siguieron el consejo policial habitual en estos casos y nunca se hicieron públicas.
Mientras los Servicios de Información de la Policía Nacional y la Guardia Civil investigan el origen de las cartas amenazantes contra el candidato de Podemos a presidir la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, los dispositivos de seguridad de protección de los tres aumentan su alerta, igual que tras otras amenazas no reveladas al público. En 2015 el ex vicepresidente y líder de Podemos y su equipo llegaron a tener escolta policial especial durante viajes de campaña por amenazas similares. Ahora, entre Iglesias e Irene Montero tienen asignados 26 escoltas.
Para los funcionarios policiales destinados a la protección de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y de su pareja, el candidato a la Presidencia de la Comunidad por Podemos, Pablo Iglesias, es un día más. La llegada de amenazas a la personalidad a la que estos profesionales dan protección es el pan nuestro de cada día. Inmoral y reprochable, pero habitual.
“Pero siempre que se produce un hecho así, y sobre todo cuando ha tenido tanta repercusión, la alerta aumenta, tanto por si la amenaza fuera real como por la reacción que su publicidad puede provocar en otros. Por eso, lo recomendable es no hacer públicas este tipo de amenazas”. Una fuente policial vinculada a la coordinación de escoltas lo explica a OKDIARIO.
«Se investiga como una amenaza real, porque lo parece, y la reacción debe ser contra una amenaza presuntamente real, pero es pronto para saber si se trata de una amenaza realizable”. Los Servicios de información de la Policía Nacional investigan las cartas recibidas en el Ministerio del Interior contra el ministro y el ex vicepresidente del Gobierno. Los de la Guardia Civil investigan el recibido por su directora general María Gámez. OKDIARIO ha podido saber que pese a ser la primera que ha hecho pública, esta no es la única carta amenazante recibida por Pablo Iglesias desde que está en política.
Las investigaciones sobre los anónimos que han irrumpido en la campaña electoral a la Comunidad de Madrid se están llevando con extremo sigilo, sin embargo, OKDIARIO ha tenido acceso a determinados datos que pueden ayudar a entender un poco mejor los hechos. Para empezar quiénes investigan estas amenazas: los Servicios de Información de Policía y Guardia Civil.
Son exactamente los mismos departamentos que en torno a 2015 investigaron cartas amenazantes contra Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero. De hecho, estos últimos tuvieron que visitar varias veces las instalaciones de la Brigada de Información por esas amenazas recibidas. En el caso de Pablo Iglesias, en aquella época secretario general de Podemos y candidato a la Presidencia del Gobierno de España, este diario sólo ha podido confirmar la existencia de una carta recibida por él con amenazas en aquella época, pero nunca se hizo pública su existencia.
Esas amenazas motivaron que el Ministerio del Interior de la época decidiera designar una escolta policial especial a los que eran las figuras más visibles de Podemos y a los que estos agentes acompañaron como auténticos infiltrados durante toda la campaña electoral.
En aquella campaña hubo más amenazas y problemas en diferentes ciudades de España, pero lejos de lo que se pudiera pensar, casi todas llegaron de la extrema izquierda que consideraba a los representantes de Podemos “traidores” de los principios más radicales. Todas estas amenazas constan en los informes policiales de la época pese a que sus protagonistas no las sacaron a la luz como ahora sí ha hecho Iglesias. Eso es algo que siempre desaconsejan los investigadores, pero ahora Iglesias no ha hecho caso y sólo él sabe por qué. Pero ojo, no ha sido el único. En 2015 la fallecida Rita Barberá convocó a los medios para enseñar amenazas como las recibidas por Iglesias: una carta con balas. Igual de inadecuado contarlo.
Escolta estática y dinámica
Sin embargo, los dispositivos policiales que se ocupan de la seguridad de Montero e Iglesias parecen por el momento más que suficientes para lidiar con la situación de alarma generada tras la divulgación de la amenaza.
Montero tiene asignados a 9 funcionarios policiales para lo que se llama su “escolta dinámica”, que como su nombre indica es la que le acompaña en el día a día: 4 agentes, incluido un conductor, que se relevan en dos turnos más un quinto permanente que se califica como “correturnos”. Ya en su domicilio la ministra comparte con su pareja una “escolta estática” compuesta por 12 agentes que se turnan por parejas en seis turnos.
Cuando era vicepresidente del Gobierno Iglesias disponía de 13 funcionarios policiales para su escolta dinámica. Sumando los de Montero y la vigilancia doméstica la pareja estuvo protegido por 34 funcionarios policiales diferentes. Desde que Iglesias salió del Gobierno esa cifra ronda ahora los 26. En cualquier caso, las fuentes consultadas por este periódico lo consideran un dispositivo suficiente y capaz de proteger a ambos de cualquier amenaza.
Por cierto, a los efectivos policiales hay que sumar a las personas que, por elección de ellos mismos o de su partido, están en las inmediaciones de su residencia ‘controlando’ a los que por allí pasan, como es el caso de un conocido luchador de artes marciales mixtas próximo al entorno de los Bukaneros, los radicales violentos de Vallecas.
Centrándonos en las cartas que acaban de ser denunciadas, este periódico ha contactado con una fuente policial especializada en el análisis científico de este tipo de evidencias. A saber: carta, letra, términos utilizados, sobre, sellos, matasellos y, por supuesto, las balas.
Empezando por esto último, desde que se conoció la existencia de estas cartas se habló de “munición Cetme”, lo que según la fuente consultada es “una tremenda incorrección. No existe esa munición. El Cetme es el fusil de asalto del Ejército Español. Esas balas son del calibre 7,62 x 51, es antigua y es compatible con un fusil Cetme y con otros muchos más”.
La misma fuente valora los elementos que se tienen que analizar ahora en laboratorio: “Quien escribe esa carta puede ser una persona de avanzada edad o aparentar que lo es, igual que puede haber pertenecido al Ejército o dar esa apariencia. Duda que hayan dejado huellas ni en el sobre ni en el folio y si lo han hecho ‘bien’ el matasellos será de una zona lejana a su lugar habitual de residencia”.
De lo que es la amenaza en sí hay algo a la fuente consultada por OKDIARIO que le llama la atención, y es el uso de la expresión “PENA CAPITAL”. Una frase tan antigua como ligada a la vida militar más antigua. Si es genuina o fingida es otra cosa distinta.
Sin embargo, hay otras expresiones algo impropias del lenguaje militar, como “TAPONAZOS”, una forma lingüística vulgar de referirse a disparos.
“Si todo se ha medido en cada una de las amenazas tampoco podemos dejar de fijarnos en el número de cartuchos que lleva cada carta: cuatro para Iglesias, dos para Marlaska y una para Gámez. El número está escogido a propósito y en el caso de Iglesias habría una por cada miembro de su familia a los que se cita”, explica la fuente consultada por OKDIARIO.
Sin embargo, pese a lo aparatoso de la amenaza y su publicidad no deseada por los investigadores, los dispositivos policiales que se ocupan de la seguridad de Montero e Iglesias son más que suficientes para lidiar con la situación de alarma generada tras la divulgación de la amenaza.